El Ordenamiento Territorial (OT) se puede definir como el proceso de organización y ocupación adecuada en un territorio determinado, contemplando para ello sus características físicas, sociales, culturares y económicas. La certeza del OT constituye un aspecto fundamental para el buen desarrollo social y económico de un municipio, ciudad, región o país. El ordenamiento territorial en Guatemala encuentra su sustento legal en el artículo 142 del código municipal donde se manifiesta que «La municipalidad está obligada a formular y ejecutar planes de ordenamiento territorial y de desarrollo integral de su municipio en los términos establecidos por las leyes». También en el inciso c) del artículo 253 de la constitución política de la república de Guatemala, donde se establece que una de las funciones de la autonomía municipal es «Atender los servicios públicos locales, el ordenamiento territorial de su jurisdicción y el cumplimiento de sus fines propios».
Para generar un adecuado ordenamiento del territorio, se requiere del empleo de instrumentos de planificación territorial, como los Planes de Ordenamiento Territorial (POTs). El POT constituye un instrumento técnico, normativo y de gestión territorial, donde se presenta la visión y los objetivos del territorio; construidos a partir del consenso de diversos sectores de una sociedad. En el caso de Guatemala la figura del POT carece de un marco institucional para su correcta implementación, en otros países este marco institucional es generado a partir de una ley de OT; donde se pueden establecer los mecanismos de planificación para las diversas escalas territoriales: regional, metropolitano, municipal. En ausencia de un marco institucional, el grado de certeza de los POTs en Guatemala, depende en gran medida de la capacidad y el acompañamiento técnico por parte de algunas entidades de gobierno (SEGEPLAN, ANAM) o de empresas consultoras para su adecuada formulación e implementación. La poca capacidad instalada por parte de las municipalidades convierte en un desafío el tema OT, y representa un factor adverso para la elaboración de un POT.
Para Quetzaltenango la formulación del POT ha constituido no solo un desafío, sino un desacierto. El interés por el tema nace en el gobierno del exalcalde Barrientos, y se consolida a partir del plan «Xelajú Sostenible» elaborado por el BID, donde se hace evidente la necesidad de implementar un POT para el buen desarrollo de Quetzaltenango. Sin embargo, la falta de experiencia en materia de OT a nivel local; tuvo como resultado la formulación de un instrumento con una precaria capacidad técnica, política e institucional. En esta línea, un indicador importante en la formulación del POT de Quetzaltenango fue la ausencia de una base catastral (georreferenciada), un argumento que pone en manifiesto la duda sobre los criterios de clasificación del uso del suelo y la elaboración de los parámetros normativos. En cuyo caso esto alimenta la percepción sobre el carácter especulativo del POT en ciertas zonas de la ciudad, aspecto que podría reflejarse en la escasez artificial de suelo en zonas periurbanas y un alto incremento de plusvalía en ciertos sectores urbanos.
Con el punto anterior se puede sugerir que el POT de Quetzaltenango no manifiesta un problema de forma, es decir el problema no se suscribe a los 160 artículos del reglamento, sino más bien es un problema de fondo, sobre la base en la que está sustentado. La falta de rigor con respecto al POT tiene una responsabilidad compartida entre los políticos de turno y los técnicos que vienen dirigiendo el tema desde el gobierno de Barrientos hasta la fecha. La carencia de capacidad, dialogo y voluntad política, sumado al descontento social producto de la ausencia de mediatización, se ha traducido en la demanda por unas reformas al reglamento POT. ¿Pero son estas reformas la respuesta a los desaciertos del POT?, la respuesta es que no lo es, las reformas al reglamento POT aprobadas por el concejo municipal hace algunas semanas, representan la consolidación de las arbitrariedades de un instrumento que carece del soporte técnico, político y social necesario. Es así que dichas reformas se presentan como un reflejo de la precaria gestión del gobierno local.
Entre las particularidades que se puede analizar de las reformas al reglamento POT está la inclusión de nuevos términos en los parámetros normativos como la «tolerancia ordinaria» y la «tolerancia extra ordinaria», dichas definiciones que aparentan una ‘flexibilidad’ en la norma, no pueden ser más que el producto de la ausencia de datos prediales (catastro) y la búsqueda de mayores ingresos a partir de multas. Otro aspecto a considerar en las reformas es la intensificación de densidad en las zonas definidas como Q1 y Q2, cuyas modificaciones solo contribuyen a incrementar la percepción por la especulación del suelo, y es un claro ejemplo de la inconsistencia sobre la lectura de un territorio de escala intermedia como lo es Quetzaltenango.
Las reformas al «POT XELA» es un llamado a la reflexión sobre los retos que tiene el tema OT en Quetzaltenango. Sin un análisis riguroso, sin el consenso social, y sin la voluntad política necesaria, la visión sobre el buen desarrollo de la ciudad quedará relegada. Esta situación pretende ser también un llamado hacia las próximas autoridades municipales, para que puedan buscar soluciones acordes, con el involucramiento de los diversos sectores de la ciudadanía y el acompañamiento técnico, considerando los desafíos que presenta el ordenamiento de la ciudad. En esta circunstancia se debe apelar al sentido común y entender que la apuesta coercitiva de una normativa repleta de inconsistencias y arbitrariedades, no viene a favorecer el desarrollo territorial, la competitividad, y en un sentido amplio la calidad de vida de las personas que habitan la ciudad. Lo que si puede contribuir con el desarrollo del territorio, son los proyectos de ciudad y las buenas practicas que construyen ciudadanía. Un amigo urbanista hace poco me decía que la percepción sobre la mejora del ordenamiento de «Xela», va a darse cuando la municipalidad, en lugar de pintar la silueta de una banqueta; la construya, y lo haga con las medidas y los parámetros técnicos adecuados, un hecho que quizá pueda resultar banal, pero que sin duda se convierte en una analogía perfecta para entender las causas sobre los problemas de la ciudad.
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